Ayuda a tus semejantes a levantar su carga, pero no te consideres obligado a llevársela.
Economizad las lágrimas de vuestros hijos a fin de que puedan regar con ellas vuestra tumba.
Prefiero el bastón de la experiencia que el carro rápido de la fortuna. El filósofo viaja a pie.
Lo malo de la vida es que no es lo que creemos pero tampoco lo contrario.
Dos especies de lágrimas tienen los ojos de la mujer: de verdadero dolor y de despecho.
No desprecies a nadie; un átomo hace sombra.
Si quieres vivir mucho, guarda un poco de vino rancio y un amigo viejo.
No sabe hablar quien no sabe callar.
El principio es la mitad del todo.
Elige la mejor manera de vivir; la costumbre te la hará agradable.
La felicidad es saber unir el final con el principio.
Tú verás que los males de los hombres son fruto de su elección; y que la fuente del bien la buscan lejos, cuando la llevan dentro de su corazón.
¡Oh legislador! No me des leyes para los pueblos, sino pueblos para las leyes.
Más le vale a un hombre tener la boca cerrada, y que los demás le crean tonto, que abrirla y que los demás se convenzan de que lo es.
Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres.
El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos.
Purifica tu corazón antes de permitir que el amor se asiente en él, ya que la miel más dulce se agria en un vaso sucio.
Una bella ancianidad es, ordinariamente, la recompensa de una bella vida.
No hagas de tu cuerpo la tumba de tu alma.
Escribe en la arena las faltas de tu amigo.
La amistad es una igualdad armoniosa.
Nada perece en el Universo; todo cuanto acontece en él no pasa de meras transformaciones.
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